sábado, 10 de diciembre de 2011

El Hermitage en el Prado

"Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma"(confío en que en estos tiempos revueltos y de ánimos susceptibles, mi citación no dé lugar a polémica alguna).
Siempre he deseado viajar a la majestuosa y cultísima San Petersburgo, ciudad que en mi imaginario se me antoja bellísima y única, una especie de perla en el frío noroeste ruso, una joya apodada "la Venecia del norte", el capricho de un zar que amaba Europa y que quiso construir una ciudad de inspiración europea en Rusia. La maravillosa película "El Arca Rusa", de Alexandr SoKurov (2002),  fue mi primera visita imaginaria al Hermitage, orgullo de la ciudad del Neva. La excelente exposición del Museo del Prado, organizada en ocasión de la celebración del Año Dual España-Rusia, me ha transportado nuevamente al Hermitage y ha reafirmado e incrementado mis deseos por conocer este gran museo.
La era de la globalización, además de traernos los viajes low-cost, que tienen sus pros y sus contras, ha abatido las fronteras del arte, ofreciéndonos degustaciones de parte de las colecciones de museos e instituciones que, otrora, quedaban fuera de nuestro alcance y que sólo podíamos disfrutar viajando.
Hoy, paseándome por las diferentes salas de nuestro Museo del Prado que albergan una selección de obras del Hermitage, me he imaginado e incluso visto deambulando por las majestuosas salas neoclásicas del Hermitage. El mejor museo de España y la mejor pinacoteca del mundo, fruto del glorioso pasado de nuestro país y del amor por el arte de nuestros monarcas, es una sede sin igual para exponer las colecciones de Pedro I el Grande, Catalina II la Grande y Nicolás I, que fueron quienes más contribuyeron al desarrollo del conjunto palatino y museal del Hermitage. Reflejo de un pasado de riqueza, gran cultura y un profundo amor y admiración por cuanto venía Europa, en la muestra "El Hermitage en el Prado" podemos contemplar una importante selección de pinturas, dibujos y esculturas que van del Barroco a las Vanguardias europeas del siglo XX (fruto de la nacionalización de las grandes colecciones de arte privadas de Rusia, tras la Revolución de 1917). La exposición es como una wunderkammer que nos sorprende con tesoros de lo más dispares, que obedecen a las amplias miras y gran curiosidad y erudición del esplendoroso pasado de Rusia. Caravaggio; Monet;  Bellotto; Rembrandt; Van Dyck; Friedrich (mi adorado Friedrich y su "Salida de la luna: dos figuras masculinas en la orilla"); Picasso; Matisse; Kandisky; esculturas de Canova, una maqueta preparatoria de El Éxtasis de Santa Teresa, de Bernini; bellísimas piezas de joyería escita y griega; una selección de obras de artes decorativas occidentales y asiáticas, entre las que destacaría una arqueta china en plata, con una exquisita y fina filigrana y un sable con vaina iraní, de mediados del siglo XIX, cuajado de piedras preciosas. Para rendir aún más real nuestro viaje imaginario, en la exposición podemos contemplar incluso dos magníficos trajes de época: un vestido cortesano de ceremonia de la segunda mitad del siglo XIX, realizado en terciopelo carmesí y raso blanco, y un uniforme general de Guardia de Corps del Regimiento de Húsares, de la primera mitad del siglo XIX.
Siempre he dicho que si llegase al cielo y encontrase una cola de horas me iría derecha al infierno. En este caso no es así: la cola, que se puede evitar comprando el billete con antelación, ha merecido la pena y me ha transportado directamente al Paraíso que, para mí, es un lugar repleto de arte y de belleza. Como con un buen libro, que una desearía no acabar, he salido de la exposición con ganas de más, hambrienta de maravillas como ésta.

1 comentario:

  1. Qué ganas de ir al Hermitage!!!!
    Estoy de acuerdo contigo que gracias a Sokurov y su visita virtual al Hermitage en forma de "Arca Rusa" nos dió una idea general del "repertorio" cultural que encierran sus muros.
    Habrá que ver esa pequeña muestra en el Prado y quedarnos con las ganas,momentáneas, de verlo in situ en San Petesburgo.

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