sábado, 6 de agosto de 2011

Polonia, Tesoros y Colecciones

Es indudable que el arte consigue transportarnos a otro tiempo y a otro espacio. El arte y la cultura son, sin duda, embajadores de primera, contribuyendo sobremanera a promocionar la imagen nacional en el exterior. La magnífica expocición "Polonia. Tesoros y Colecciones Artísticas", en muestra en el Palacio Real de Madrid hasta el 4 de septiembre cumple a la perfección con su labor diplomática, trayendo a España sus tesoros artísticos, recreando su pasado esplendor y haciéndonos desear preparar las maletas e ir a visitar todos los rincones del país.

El viaje imaginario comienza en la primera sala, donde nos recibe un video con imágenes de los monumentos más relevantes de Polonia y el bellísimo Nocturno de Chopin op.9 n.2

http://www.youtube.com/watch?v=qjKqy9lA_YQ

Es la primera vez que se presenta en España una exposición sobre el patrimonio histórico-artístico de Polonia y el debut es inmejorable. No se me ocurre un marco mejor para acoger esta maravillosa exposición: un palacio de ensueño acoge el esplendor de Polonia, con obras europeas y polacas de del Renacimiento al siglo XVIII. Sorprende gratamente el excelente montaje expositivo: la claridad del discurso y la elegancia con que se exhiben las obras de arte y objetos.  Tan armoniosa es la convivencia entre contenedor y contenido, que parece como si algunas obras hubiesen estado allí dispuestas siempre; es el caso del retrato de Eleonora Maria Wisniowiecka, que cuelga sobre una chimenea de marmol, uno de los espacios predilectos para disponer retratos. Una fastuosa lámpara de araña pende sobre la vitrina negra que custodia las preciosas monedas conmemorativas, las cuales parecen flotar suspendidas en el aire. Bellísimos los objetos de armería, en particular el impresionante uniforme de húsar, con sus magníficas alas, el Escudo Profético del Rey Juan III Sobieski o la Montura de Parada, realizada por un taller armeno de Luov. Tan lejos y tan cerca, recorriendo las distintas salas aprehendemos la identidad polaca, la influencia europea y la oriental -fruto de la situación geográfica del país-, que forjaron y enriquecieron su cultura.

Las dos últimas salas nos reservan lo mejor de la exposición, dos obras maestras: la Niña en un marco, de Rembrandt y la Dama del Armiño, de Leonardo, uno de los cuatro retratos femeninos realizados por el genio de Vinci y estrella absoluta de la exposición. A este tesoro se le  ha reservado una sala, de manera que podamos deleitarnos y contemplarla con total dedicación. Como por arte de magia, todo invita a dejarse transportar por tanta belleza. El Nocturno de Chopin que se escucha nuevamente, en la lejanía, y el gran marco color burdeos que enmarca y resalta el protagonismo del retrato de Cecilia Gallerani, la joven culta y hermosa amante de Ludovico Sforza, "Il Moro".  Leonardo presenta a la joven vestida a la moda española, esbozando apenas una sonrisa -algo muy característico de los retratos leonardescos- y sosteniendo en sus brazos un armiño blanco, símbolo de pureza, pero también alusión a su amante Ludovico Sforza -en cuyo emblema estaba el armiño- y al apellido de la propia Cecilia -ya que podría tratarse de un retruécano de su apellido, pues en griego armiño se dice galé.

Esta obra maestra, perteneciente a la Familia Czartorysky -una de las más poderosas de Polonia- desde 1978, se exhibe en el Museo Czartorysky, en Cracovia.  El amor por esta pintura, que por circunstancias históricas ha vivido  numerosas peripecias, se ha transmitido de generación en generación y su actual propietario, el Príncipe Adam Karol Czartorysky, a la pregunta de un periodista sobre el valor de esta obra respondió "si la pierdo me muero. Ese es su valor". Efectivamente, no todo tiene precio y cuando amamos algo, no queremos perderlo.


PS.-Es la primera vez que La Dama del Armiño se expone en España y quien desee verla debe darse prisa, pues la obra estará en muestra sólo hasta el 18 de agosto.




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